Los imbéciles simplemente se hacen mayores

En mi anterior entrada comentaba que no hay una cota inferior a partir de la cual no se le permite a uno pertenecer al colectivo feminista. Aplicando de nuevo este principio, tampoco hay cota inferior de inteligencia, responsabilidad, coraje o demás a partir de la cual no se le permita a un tipo llegar adulto. 

Los imbéciles simplemente se hacen mayores, sin dejar de ser imbéciles. Y los cobardes. Y los despistados. Pensemos por ejemplo en alguien muy feo: no por llegar a adulto, y seguir apilando edad, va a dejar de ser feo. Es por esta razón por la que no hay un carné de adulto, un certificado que acredite que puedas utilizar argumentos por autoridad.  Esto es todo por hoy.

Apuntes de una charla: Diálogos con la cultura, de Remedios Zafra

El adagio "El 90% de todo, es una mierda" también se aplica al Feminismo, por eso de que un concepto formulado en abstracto se puede aplicar a un caso específico. No es por tanto sorprendente que tan solo una décima parte del colectivo Feminista hile fino; no ayuda que no haya una cota inferior de inteligencia para pertenecer a Él. Tampoco máxima, pero en mi experiencia las listas, aún convencidas, no son tan furibundas, pues pueden poner peros. Además, a nivel general, en las palabras de la ponente sobre la que hoy escribo, la práctica de reflexionar está en crisis. Así, no es sorprendente que la comparación entre la feminista media con un Ortega y Gasset, con un Alexander Gauland, líder de Alternativ für Deutschland, partido de la derecha alemana, les sea favorable a estos últimos. En todo caso, Remedios Zafra fue mi profesora de Antropología, y ya sabía de antemano que era una humana lúcida antes de atender a su charla.

La sala se va llenando, veinte, treinta, cuarenta personas, una cámara pululando. La mitad de los asistentes pertenece al apparatchik: profesores, asistentes y demás figuras. Se oye una introducción poco inspirada de mi profesora de programación, como siempre carente de carisma. Remedios habla con más garbo: "A algunos os conozco, otros no sé de dónde venís", y nos agradece la generosidad de nuestro tiempo.

Cuenta Remedios que en los 80, la educación nos iba a hacer libres, y entiendo exactamente qué quiere decir. Comenta que es importante no descontar la importancia de la imaginación y de la creatividad en las ingenierías, en física y en matemáticas, y mi profesora de programación, que instruye de forma sólidamente escolástica, asiente convencida. Creo que no ha entendido que el concepto, formulado en abstracto, se puede aplicar en su clase como caso específico. Eso sería metafísica avanzada.

Posteriormente, esta misma profesora hará algunas preguntas acerca de varios de los libros de Remedios. En concreto, (h)adas, el cual no se ha leído, pues el único ejemplar de la biblioteca de su facultad lo tengo yo sacado desde hace unos meses. Me resultó gracioso escuchar cómo intentaba salir al paso repitiendo las palabras de un subtítulo: Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean: ¿qué nos puedes decir acerca de estos verbos? El libro daba para mejores preguntas, en particular en lo relacionado al concepto "matar al ángel de la casa", o con las punzantes historias de Ada y de Apuntode. A falta de espacio para estas últimas reproduzco en su lugar una viñeta de mi vida diaria: Mientras mi padre juega al ajedrez frente al ordenador y mi hermana y yo estudiamos, mi madre hace la cena. Está siendo pagada con amor. Nos llama, ponemos la mesa. Mi padre nos hace esperar, llega tras algunos minutos. Hace pis. Se lava las manos, se sienta y se pone a comer.

Más adelante en este diálogo con la cultura, manda huevos el nombre, se pinta un mundo en el que las relaciones entre las personas pudieran ser horizontales. E incluso aunque yo contemple esa propuesta con un inmenso escepticismo, no menos tras leer La revolución traicionada, de Trotsky, se acepta el Leitmotiv de hacer reflexivas las formas de construcción del mundo y de nuestras identidades como animal de compañía. Recomiendo echar un vistazo a tanto a esta propuesta artística: 97 empleadas domésticas, mencionada por la ponente, así como a la Iniciativa Hawkeye, que no lo fue. También a vnsmatrix.net, con la frase "suck my code", traducida como "chúpame el código".




La ponente continúa con una imagen y una anécdota, ambas muy interesantes. La imagen, la caída en picado de la proporción de mujeres, de un 60% a menos de un 20% al cambiar el nombre de Licenciatura en Informática a Ingeniería Informática en la Universidad de Deusto. La anécdota, un niño intentando con los dedos hacer zoom en una ventana de coche para ver más de cerca una vaca que de lejos pastaba. La anécdota no queda muy bien enlazada, pero la imagen sí da pie a empezar a hablar de ciertos sutiles mecanismos de conformación identitaria, cuyo hermano ideológico tonto es El Malvado Patricarcado Que Oprime.

Ciertamente ya he interiorizado ideas similares, tanto en el libro Metaphors we live by, como en la propuesta de comunicación no violenta. También me es familiar el adagio "estos mecanismos son facticios, lo que implica que pueden ser cambiados". Una de las formas utilizadas para moldear estas realidades facticias que contemplo con curiosidad desde hace tiempo es la proliferación de Mujeres Históricas en la Ciencia, como Ada Lovelace, Hipatia, etc. Entiendo esto como la necesidad de crear un mythos: Todo reino necesita una historia milenaria y toda dinastía descender en línea directa de los dioses. Ni mejor ni peor que construir a Occidente como hijos de la Ilustración y herederos de la tradición grecorromana, aunque tal vez igual de carente de implicaciones.

A esto sigue algunas jugadas del Spiel feminista: hay un mayor prestigio en ámbitos masculinizados junto a una mayor precariedad en áreas feminizadas, es decir, artes y humanidades, pobladas casi totalmente por mujeres. Aunque gana puntos por consistencia al señalar que "las educaciones están tan feminizadas que cabría hacer política para que haya más hombres". Vale.